martes, 14 de febrero de 2012

Cuando me haya diluído en agua y sal...

Cuando sea tanto como tú me quieras recordar. Cuando el tiempo ya no sea el enemigo. Cuano no exista ni una sola estupidez que discutir entre tú y yo. Cuando tenga caducadas mis urgencias. Cuando queden mis zapatos sin usar. Cuando ya no encuentres restos de ceniza ni mi ropa sin guardar por donde quiera que vas.

Cuando todo eso pase, lo único que pido es que pienses en mí. En todo lo que nos hemos dado, lo que nos seguiremos dando. Lo que no nos dimos, aún pudiendo. De todas las veces que discutimos, de las que hicimos las paces, de cuando me besabas y me hacías el amor. Quiero que me recuerdes enfadada, llorando, gritando (aunque no sea mucho), con tu camiseta preferida, desnuda, vestida, riéndome, haciéndote cosquillas. Y que no olvides, por favor, que he sido muy feliz contigo. Que lo seguiré siendo a pesar de nuestros gritos y enfados. De tus despistes y de mis malas formas. De mis mentiras y de tus heridas. Recuerda que si caminamos juntos todo se puede, te juro que esta forma de odiarte son sólo las ganas de verte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario